Encabezado por el brillante Henry Makram, el  proyecto Blue Brain plantea crear un cerebro humano artificial en una  computadora en los siguientes 10 años y a partir de ese hito revelar los  secretos de cómo el universo se percibe a sí mismo
Quizás la última frontera del universo  no sea el espacio, sino la mente. El físico Richard Feynman decía “No  puedo entender lo que no puedo crear”. El neurocientífico Henry Makram  justamente busca crear un cerebro artificial para entender el cerebro  humano y, siendo que el cerebro humano es el objeto más complejo que  conocemos en todo el universo, de esta forma penetrar en los misterios  de lo que Einstein llamaba la “mente de dios”.
El proyecto Blue Brain de  la École Polytechnique Fédérale de Lausanne cuenta con decenas de  millones de dólares en fondos y el apoyo del gobierno suizo y de IBM y  sus supercomputadoras, casi ilimitadamente alentando al Dr. Henry  “Frankenstein” Makram a construir lo que sería un hito en la historia de  la humanidad. Y segun Makram esto podría pasar en los siguientes diez  años. Inaugurando precipitadamente el transhumanismo.
El proyecto, que empezó en el 2005, ya  ha creado una columna neocortical artificial.  Usando la  supercomputadora BlueGene/L se logró modelar la mitad del cerebro de un  ratón, lo que consiste en cerca de 8 millones de neuronas, cada una con  alredeor de 8 mil enlaces. La simulación del cerebro del ratón solo pudo  sostenerse por 10 segundos a un décimo de la velocidad de lo que opera  un cerebro de ratón, pese a que BlueGene puede realizar 20 billones de  cálculos por segundo.  Para similar todo el  cerebro de un ratón se  necesita una computadora de 200 millones de dólares (1 laptop equivale  al procesamiento de 1 sola neurona) y para modelar el cerebro humano se  necesita una supercomputadora de mil millones de dólares, cuyo poder  computacional aún no existe. Pero Makram confía que los avances en  tecnología de la información podrían permitirle una computadora así en  el 2018 y entonces habría que llevar el fantasma a la máquina.
Blue Brain concibe al cerebro humano  como una computadora sumamente sofisticada y plantea usar las  computadoras más poderosas del mundo para replicar las acciones de las  alredeor de 100 mil millones de neuronas que componen el cerebro   humano. El equipo sostiene que al realizar una copia fidedigna, copiando  los miles de distintos tipo de neuronas y la compleja interacción que  llevan a cabo, la chispa de la conciencia surgirá por si sola. Este  acercamiento materialista al problema de cómo surge la conciencia, ve el  surgimiento del yo, las emociones y sensaciones de un ente que agrupa y  procesa lo que le sucede a un cuerpo, como el producto de las  incontables interacciones electroquímicas que recorren las miles de  millones de neuronas. Simplemente un resultado de la enorme complejidad  del cerebro humano, una suma de sus partes, el rayo en la mezcla.  En  este sentido apuestan a que si se logra copiar este complejísimo  sistema, la conciencia brotará en la máquina y entraremos a la era de la  inteligencia artificial. Algunos otros científicos señalan que no hay  por qué esperar que una copia exacta del hardware del cerebro conjure el  software de la conciencia.
“Blue Brain empieza a aprender y a  recorda cosas. Podemos ver cuando recobra una memoria,y de donde la  recobra, podemos rastrear la actividad de cada molécula, cada célula,  cada conexión y ver como la memoria se formó… construyendo de una  columna neurocortical hasta un neurocórtex entero, las propiedades  emergentes etéreas que caracteriza al pensamiento humano, paso a paso,  se hacen evidentes”, dice Makram.
Más allá de este bizantino debate y de  la tendencia espiritual a considerar que en realidad el cuerpo, la  materia (el hardware) es un producto de la conciencia, el sueño  materializado de la mente universal, es innegable que Makram es  brillante y su investigación ya ha arrojado notables resultados sobre la  composición de nuestro cerebro y la naturaleza de la percepción.
Para entender hacia donde va este  vanguardista científico sudafricano recomendamos enormemente ver su  conferencia en TED (con especial atención al minuto 12:28 en el que por  primera vez se visualiza el frenético collage electroquímico del proceso  emergente de nuestra realidad).
“Diseccionar el neocórtex,  como si se  catalogara un bosque…¿cuántos árboles hay? ¿cuántos árboles de cada tipo  de árbol y en que posición? Pero se necesita más que catalogar, tienes  que describir y descubrir todas las leyes de comunicación y  conectividad, porque las neuronas no se comunican y conectan con  cualquier otra neurona, escogen cuidadosamente con qué otra y de qúe  forma lo hacen. Pero no sólo eso, hay construir modelos tridimensionales  para miles de diferentes neuronas”, dice Makram. “El secreto del diseño  del cerebro es la diversidad, cada neurona es distinta”.
Makram  señala que pese a que todos tenemos distintos tipos de cerebro y  a que  no existe una neurona idéntica a otra, aunque cada persona tiene un  circuito cerebral distinto, al analizar el cerebro ha descubierto que  emerge un mismo patrón en todos los seres humanos, y que esto parece ser  específico a cada especie, lo cual podría ser la razón por la cual nos  cuesta tanto trabajo comunicarnos con las marmotas o con las gaviotas.
De su ya largo estudio del cerebro  humano, este controversial neuromaverick ha empezado a formular teorías  sobre la percepción y la evolución del cerebro humano.
“El cerebro crea una versión del  universo y la proyecta como una burbuja alrededor de nosotros… y por  primera vez podemos investigar esto… la razón por la cual la Luna es tan  grande en el horizonte es porque nuestra burbuja perceptual no se  extiende 380 mil kilómetros. Así que lo que hacemos es comparar los  edificios en nuestra burbuja perceptual y decidimos que es así de  grande… lo que esto ilustra es que las decisiones son la clave que  sostiene nuestra burbuja perceptual. Y podrías pensar que la anestesia  funciona enviándote a un estado de letargo profundo o bloqueando  receptores para que no sientas dolor, pero en realidad la mayoría de las  anestesias funciona introduciendo un ruido en el cerebro, para que las  neuronas no puedan entenderse y no puedas tomar decisiones, asi que  mientras intentas decidirte, el doctor ya no está ahí, está en su casa  tomando el té… Así que compulsoriamente lo que tenemos que hacer para  percibir es tomar decisiones, miles de decisiones, sobre el tamaño de la  habitación, las paredes, los objetos dentro de ella… 99% de lo que  percibimos no viene de los ojos, es lo que inferimos de esta  habitación…La pregunta es ¿puede el cerebro construir tal percepción?”.
O, ¿cómo es que el cerebro es un máquina  capaz de construir un universo como el que experimentamos a partir de  solamente una serie de frecuencias electromagnéticas?
Es curioso que el máximo materialismo,  el creer y querer crear una inteligencia simulada, “sin alma”, coincida  en Makram en una de sus fibras profundas con el idealismo y el  pensamiento mágico que más o menos permea todas las eras y todas las  culturas.”El mundo es de esta forma y de esta otra sólo porque nos  decimos que es de esta forma y de esta otra”, escribió Carlos Castaneda,  sobre la noción de que nuestra descripción constante del mundo es la  que lo hace de tal o cual forma. Aunque Makram lleva esta “descripción” a  un plano neurobiológico infinitesimal, las decisiones de las que habla  también ocurren en un plano lingüístico-cognitivo como parte de un  sistema perceptual integral. Esto puede enunciarse de manera básica  como: lo que decido (o lo que me describo) determina lo que percibó.  Evidentemente esto es similar al principio de incertidumbre de la física  cuántica y puede ser micro y macroescalado.
Pero por si esto fuera poco, Makram atisba la genial percepción de los místicos de todas las eras:
“Creo que el universo podría  haber evolucionado un cerebro para verse a sí mismo, lo que puede ser un  primer paso en volverse consciente de sí mismo”, dice en su platica de TED.
Esta  conciencia fractal del universo como un ser (o máquina según el nivel  de percepción orgánica que se tenga) que evoluciona para arrojarse un  espejo de cuerpo completo –que en cada hebra de cristal es un ojo y una  mente- resuena con los más profundos vislumbres del misticismo oriental:
Preguntas cual es el principio de todo esto:
Y es esto…
La existencia que se multiplicó por si misma
Por el puro deleite de ser
Y se proyecto en trillones de seres
Para que pudiera encontrarse a si misma
Innumerablemente. -Sri Aurobindo
Regresando a la frase de  Feynman al inicio de este artículo, quizás, si el cerebro humano es el  objeto más complejo del universo, al crear un cerebro humano – y  entonces entenderlo- podríamos entender la complejidad máxima del  universo: aquello que Einstein llamó la mente de Dios (atravesar el  espejo de la creación). Además de que, como ha notado el famoso  transhumanista Ray Kurzweil, crear inteligencia artificial aumentaría  inmediata y exponencialmente nuestra inteligencia.(si es que ésta no nos  destruye)… como el rabino que creó el Golem, o como el Dr. Viktor  Frankenstein, estaríamos tal vez jugando con fuego y en esa “herejía”  arriesgando ser autodestruidos por nuestra propia divinidad  tecnológicamente alcanzada.
 



 






 
 

 

 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Te gustó?, ¿No?, ¡Opínalo!